jueves, 8 de marzo de 2012

Memorias de un viejo baúl





Las luces se apagan. Gradas abarrotadas. Los murmullos cesan, van dejando paso a la expectación, pues la función está a punto de comenzar. Desde bambalinas percibo la inquietud de un público impacientado. El director con voz sigilosa me apremia para mi puesta en escena. No me atrevo. Siento los nervios de un debutante pero mis vetustas grietas no engañan. Mi mocedad y mi madurez fueron paradigma de ventura, pasé por mil y un escenarios y otras tantas compañías, pero un día caí en el olvido. El paso del tiempo ha hecho estragos en mí, heridas que, sin embargo, gracias a aquellas habilidosas manos, hoy siento curadas. Aguarda, voy a salir, estoy decidido. No debo temer nada, pues ahora es mi momento. Estoy sediento de aplausos. Es una actuación ensayada una y mil veces y nada puede salir mal. Hoy es mi día. Vuelvo a sentirme vivo.

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Y tras este breve relato, os dejo unas cuantas fotografías a color de este singular baúl de madera de pino viejo, procedente de un antiguo palacete toledano, y que con tanto cariño he recuperado. Para ello (...) Retapizado en su interior y conserva su tachuela, agarraderas de cuero y herrajes originales.














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